En
el instante en que me pregunto
si
la orquídea va a morir
ella
florece
y
no puedo explicar la emoción
en
mi corazón, ni por qué ese pequeño capullo
en
el extremo de un delgado tallo,
de
esa pequeña flor
sanguínea
roja dorada
abriéndose
en el apogeo del verano
pequeña,
perfecta en su plenitud.
Incluso
para un poeta
de
cabellos blancos y rostro curtido,
ella
es en su pureza, erótica,
pistilo
y estambre, polen,
rocío
del mundo, una cucharada
de
tierra y de agua.
Ella
es erótica
porque
en el corazón del nacimiento
la
muerte afirma su existencia,
y
el efecto dramático de los viejos prismas luminosos
del
alba, allí en las húmedas ramas del cedro,
profundísimo
misterio
mientras
lavo la vajilla al atardecer
o
bromeo con mi esposa,
quien
a cada momento se vuelve más bella
simplemente
porque uno de nosotros ha de morir.
El ganado de Dresden
Ah, las ruinas del corazón humano,
un granero envuelto en llamas,
una catedral bombardeada,
las sombras de formas casi humanas
caen, se levantan, se deslizan,
silenciosamente se turnan
para entrar alternativamente
en la oscuridad o en la luz – Napoleón
o los eslavos que murieron
a lo largo del agonizante Elba.
Las viejas manos azules de mármol
del albañil colocaron piedra sobre piedra,
y las manos sangrientas de los amargos
las hicieron añicos.
Nos condujeron por las calles
como ganado. Lloramos
pero nadie acudió. Una cosa
es amar a otro ser humano,
otra saber
y recordar
como murió lo bello.
Montañas y ríos sin fin
Luego de hacer el amor, somos como ríos
que descienden de la cima de las altas cumbres.
Permanecemos en la quietud, nos movemos
tranquilos en la profundidad del peligro –
dos ríos penetrando el océano
serenos, como si nada tuviera importancia:
sosegadamente, pero con gran energía
confluyendo en las aguas cada vez más profundas.
Sam Hamill y VMP. Valencia, Venezuela, 2012. |
Sam Hamill (Estados Unidos, 1943) Poeta, ensayista y
traductor del griego, latín, estonio, japonés y chino. Es autor de más de
quince libros de poesía, ensayos y de unos cuarenta volúmenes en traducción. Ha
enseñado en prisiones durante catorce años, en programas de artistas en
residencia por veinte y trabajado ampliamente en favor de las mujeres y los
niños desprotegidos. En enero del 2003 fundó Poets Against the War (Poetas
contra la Guerra ).
Su obra ha sido traducida a más de una docena de lenguas.
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