jueves, 2 de agosto de 2012

Sam Hamill




Sam Hamill






La flor de orquídea

En el instante en que me pregunto
si la orquídea va a morir
ella florece

y no puedo explicar la emoción
en mi corazón, ni por qué ese pequeño capullo
en el extremo de un delgado tallo,
de esa pequeña flor
sanguínea roja dorada

abriéndose en el apogeo del verano
pequeña, perfecta en su plenitud.

Incluso para un poeta
de cabellos blancos y rostro curtido,
ella es en su pureza, erótica,

pistilo y estambre, polen,
rocío del mundo, una cucharada
de tierra y de agua.

Ella es erótica
porque en el corazón del nacimiento
la muerte afirma su existencia,

y el efecto dramático de los viejos prismas luminosos
del alba, allí en las húmedas ramas del cedro,

profundísimo misterio
mientras lavo la vajilla al atardecer
o bromeo con mi esposa,

quien a cada momento se vuelve más bella
simplemente porque uno de nosotros ha de morir.



El ganado de Dresden

Ah, las ruinas del corazón humano,
un granero envuelto en llamas,
una catedral bombardeada,

las sombras de formas casi humanas
caen, se levantan, se deslizan,
silenciosamente se turnan
para entrar alternativamente
en la oscuridad o en la luz – Napoleón
o los eslavos que murieron
a lo largo del agonizante Elba.

Las viejas manos azules de mármol
del albañil colocaron piedra sobre piedra,
y las manos sangrientas de los amargos

las hicieron añicos.
Nos condujeron por las calles
como ganado. Lloramos

pero nadie acudió. Una cosa
es amar a otro ser humano,
otra saber

y recordar
como murió lo bello.



Montañas y ríos sin fin

Luego de hacer el amor, somos como ríos
que descienden de la cima de las altas cumbres.

Permanecemos en la quietud, nos movemos
tranquilos en la profundidad del peligro –

dos ríos penetrando el océano
serenos, como si nada tuviera importancia:

sosegadamente, pero con gran energía
confluyendo en las aguas cada vez más profundas. 




Sam Hamill y VMP. Valencia, Venezuela, 2012. 



Sam Hamill (Estados Unidos, 1943) Poeta, ensayista y traductor del griego, latín, estonio, japonés y chino. Es autor de más de quince libros de poesía, ensayos y de unos cuarenta volúmenes en traducción. Ha enseñado en prisiones durante catorce años, en programas de artistas en residencia por veinte y trabajado ampliamente en favor de las mujeres y los niños desprotegidos. En enero del 2003 fundó Poets Against the War (Poetas contra la Guerra). Su obra ha sido traducida a más de una docena de lenguas. 










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